Un cuerpo piensa.
Una mente desea.
Una palabra vibra.
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No hay nada mejor
No hay nada mejor
Que casa
—Té para tres, Soda Stereo
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No es doctrina. No es templo. Es el lugar donde el Buda me mira sin pedirme que cambie. Y yo me siento. Y vuelvo a mí.
No soy monja. No soy maestra. Pero algo en mí reconoce a ese hombre sentado en silencio, mirando sin juicio, enseñando sin imponerse. Ese Buda humano —padre, amigo, guía— fue quien me sostuvo cuando empecé a preguntarme si había un camino que no me pidiera apagar el deseo.
El mío no es un budismo oficial. Es una confianza íntima en que la conciencia, el amor y la lucidez pueden transformar el sufrimiento. Y que la práctica no empieza en un cojín. Empieza cuando dejás de odiarte.
A veces dudo. A veces no medito. Pero siempre vuelvo. Y él nunca me cerró la puerta.
Este no es un altar. Es un banco en el camino. Y acá, a veces me siento a llorar. Y el Buda, como siempre, me deja estar.
— Ngawang Nyingje Dolkar, hija del Buda. Imperfecta, deseante y despierta
👣 Que tu camino arda suave, bajo el árbol que no exige nada.
De la tradición Sakya. No necesito más credenciales.
© Yanina Torres — Pensar. Encarnar. Mutar.
Hecho en Argentina con fuego lento.
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