Raíces Vivas

Reconocer es una forma de honrar el camino.

Hay fuegos que no se apagan, aunque el tiempo los haya alejado de mi vida cotidiana.
Algunos siguen ardiendo en silencio. Otros, desde otro plano. Pero todos siguen siendo raíz.

Este espacio es un altar. No un museo. No una galería. Sino un sitio de presencia viva, donde nombro a quienes me precedieron y dejaron una marca indeleble en mi camino.

Algunos/as fueron maestros/as, otros/as compañeros/as. Algunos/as partieron hace tiempo. Otros/as siguen cerca, pero ya no en mi día a día. Y hay también quienes, sin haber estado nunca en mi cotidiano, fueron antorchas silenciosas: palabras, gestos o presencias que encendieron algo en mí sin pedirme permiso. Todos/as, sin excepción, fueron antorchas en mi noche, espejo cuando no sabía quién era, o sostén cuando creía que me iba a caer.

Este es mi modo de agradecerles. De recordarlos. Y de seguir.

Porque ningún viaje profundo se hace sola. Y yo, aunque me vaya, me llevo con honor a los/as que estuvieron antes.