Un cuerpo piensa.
Una mente desea.
Una palabra vibra.
Presencia imponente, ternura justa.
Ali. El sostén, la que siempre estaba. Y no un estar pasivo o por compromiso, sino una verdadera presencia. Esa que, con el silencio y una mirada, lograba transmitir un mensaje de alma a alma: el del sentido profundo en todo lo que hacíamos.
Ali fue la secretaria de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba durante 39 años. Qué privilegio tuvimos quienes la conocimos en ese tiempo.
La primera vez que la vi, una palabra me atravesó: imponente. Ali era eso: presencia pura. Pregunté quién era, y me dijeron: “la secretaria”. Creo que esa palabra no le hacía justicia. Sí, su rol era ese. Pero también era madre, amiga, compañera, confidente.
Sabía el nombre de cada uno/a. Y lo recordaba incluso cuando, como en mi caso, alguien regresaba a su alma mater una década después de haberse graduado. Y ahí estaba ella: firme, presente, nombrándome como si me hubiera ido ayer.
En ese entonces, yo todavía no sabía quién era. Luchaba por encajar en los moldes de la corrección, el conocimiento, la academia. Pero Ali plantó una semilla.
Mucho tiempo después, entendí que ella fue una de las precursoras que me enseñaron que ser auténticos/as es la mejor forma de estar en el mundo.
Alicia lo era. Mezcla de fuego y ternura, de palabra justa y comprensión, de reconocimiento silencioso y de sostén incuestionable.
Gracias, Ali. Porque aunque te fuiste hace algunos años, seguís viva en mí como una antorcha. Una que ilumina todo a su paso, incluso cuando la noche parece más oscura de lo que podemos manejar.
Cuando sientas que no sabés cómo sostenerte,
Cuando no tengas palabras,
Cuando el fuego esté débil o el día pesado,
Recordá cómo Ali miraba.
Respirá.
Nombrate como ella te nombraba.
Repetí:
"Estoy acá. Estoy con vos. Estoy."
Y volvé. Con firmeza. Con ternura.
Raíz viva en mi fuego. Gracias por haber estado.
Si algo se encendió en tu orilla, podés dejar una palabra acá.
Toda palabra será leída con atención. Las que vibren, quedarán visibles.
Gracias por honrar esta raíz conmigo. Que su llama se expanda.
← Volver a Raíces Vivas© Yanina Torres — Pensar. Encarnar. Mutar.
Hecho en Argentina con fuego lento.
yo@soyyaninatorres.com